La Unión Deportiva una vez asentado como principal equipo de Gran Canaria se adueñó del estadio, a pesar de que por entonces el cabildo ya lo había comprado, convirtiéndolo en propiedad del estado. La creciente afición de los isleños por el equipo llevó al cabildo a hacer una nueva obra en el estadio para aumentar su capacidad hasta 22.000 espectadores.

La nueva situación del estadio dentro de la ciudad sumada al ascenso a primera división del equipo, creaba un gran ambiente futbolístico los sábados o domingos de partido. Miles de aficionados vestidos de amarillo se dirigían hacia la zona cantando y ondeando banderas y bufandas. Los aledaños del campo se convertían en una enorme zona peatonal repleta de puestos donde se vendía exclusivamente pipas, calamar seco y productos, casi siempre no oficiales, de la Unión Deportiva.
El nuevo estadio contaba con pistas de atletismo y sus instalaciones eran mucho más modernas que el anterior, pero nunca ha conseguido que el público canario tenga los mismos sentimientos hacia él que hacia el Estadio Insular. Esto a pesar del gran desembolso económico que supuso para la isla, (de los 18 millones de euros que se estimaron en un principio, se pasó a más de 70 al finalizar las obras, aunque aún hoy está inacabado) y de que hace ya 5 años de su inauguración.
El Estadio de Gran Canaria se inauguró en el año 2003, en un momento en el que la Unión Deportiva Las Palmas pasaba por sus peores momentos, tanto deportiva como económicamente, lo que supuso que la afluencia de público fuese baja, lo que no ayudó al equipo a superar la mala racha.
La gran pregunta que puede sacarse de todo esto, es que ha de hacerse ahora con el viejo estadio insular. Se plantean varias hipótesis, dejarlo para conciertos exhibiciones y otras actividades culturales, conservarlo para determinados partidos importantes (partidos de la selección, encuentros benéficos, etc.), derribarlo para crear una importante zona verde o venderlo a una constructora para la creación de edificios de viviendas.
Actualmente el terreno donde está el Estadio Insular está calificado como zona verde, así que la hipótesis más lógica es la de derribarlo para crear un espacio verde. En una ciudad donde apenas existen, podría ser un objetivo loable por parte del cabildo, crear un gran parque que oxigenase el núcleo urbano en contraste con tantos edificios. El problema es que en el año 2000 el edifico fue incorporado al catalogo arquitectónico municipal de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, por lo que su demolición tendría que ir precedida por una sentencia de la sala de lo contencioso del tribunal superior de justicia de Canarias.
En el año 2005 ya se intentó presentar un proyecto para convertir el estadio en un parque, pero para ello era necesario derribar tres de sus fachadas. Este proyecto fue prohibido por el tribunal superior de justicia de Canarias en una sentencia de la sala de lo contencioso, por lo que hubo de pararse el proyecto. La única opción que quedo en ese momento fue seguir con la creación del parque, pero sin tirar las fachadas, aunque esto implicaba que sería un recinto cerrado, lo que no ayudaría a la descongestión de la ciudad. De hecho la idea de un parque amurallado no satisfizo a nadie, por lo que no se llevó a cabo.
Tras tantos problemas muchas voces se alzaron pidiendo la recalificación del terreno. La céntrica situación del terreno de 20.194 metros cuadrados lo convertía sin duda en un botín muy jugoso para la constructora que consiguiese los derechos de construcción. Esta opción no parecía disgustar tampoco al cabildo y al ayuntamiento, pues los ingresos recaudados de la venta del terreno serían altos, pero nuevamente se encontraron con la oposición del tribunal de justicia, esta vez totalmente respaldado por la opinión ciudadana.
A la avalancha de peticiones se sumó la de la Unión Deportiva Las palmas, que pedía al ayuntamiento al menos una parte de la propiedad del estadio, alegando haberlo convertido en el símbolo que hoy en día es y haberse ocupado de sus mantenimiento durante 50 años. Además la venta del mismo resolvería el gran problema económico del club, con una deuda superior a 12.000 euros, muy difícil de superar para un equipo de segunda división B.
A la ilegalidad en la que se incurriría si se llevasen a cabo estos proyectos, hay que sumarle su dificultad. El derribo de las altas fachadas separadas solo por una calle de los edificios de viviendas sería complicado y caro.
Mientras no se pueda llevar a cabo ningún tipo de obra al menos se podrían utilizar las instalaciones del Estadio Insular para conciertos exhibiciones u otras actividades culturales. De esta manera al menos los gastos de mantenimiento no irían a fondo perdido. Parece ser que tanto el cabildo de Gran Canaria como el ayuntamiento de Las palmas prefieren que estos acontecimientos se realicen en el nuevo Estadio de Gran Canaria, a pesar de las quejas por parte de la unión deportiva por el mal estado en el que queda el césped tras colocar escenarios y el resto del montaje que estas actividades necesitan.
Teniendo en cuenta que ambos estadios pertenecen al cabildo, este debe ser quién decida que puede y que no puede hacerse en ellos y siempre se ha decantado por el Estadio de Gran Canaria, probablemente como estrategia para que los canariones sientan al nuevo estadio como el nuevo símbolo deportivo de la isla.
Esta situación ha llevado al campo donde la Unión Deportiva Las Palmas vivió sus momentos más gloriosos, ha ser conocido en toda España y algunos países de América latina, por ser uno de los lugares preferidos de “Batu the Dog”, un estrambótico personaje, carne de reality show, con mas de un millón y medio de visitas en sus videos de la página web www.youtube.com. En algunos de sus videos “el Batu” aparece en una de las escaleras del estadio amenazando a su gran enemigo de la red, el valenciano “John Cobra”. El pintoresco personaje no hace más que recordar la situación de abandono en la que se encuentra el estadio.
El Estadio Insular se encuentra a día de hoy inutilizado, ocupando más de 20.000 metros cuadrados de terreno calificado como zona verde. La descongestión de la ciudad es importante, la conservación del patrimonio con importancia histórica también, así como el saneamiento de las arcas estatales. Un problema con difícil solución.