
El edificio entró a formar parte del patrimonio histórico de la ciudad en el año 2001, antes de que se supiese que la Unión deportiva se iba a trasladar al nuevo estadio. Esta nueva condición, otorgada por su valor social, por lo que representa este campo para los canarios, impide la demolición del estadio y de cualquiera de sus fachadas.
El gran valor social de unas instalaciones deportivas en desuso, es lo que nos imposibilita poder disfrutar de un espacio verde, que descongestionaría el núcleo urbano de la ciudad. Por tanto, parece ser, que hay quien piensa que los canarios preferimos tener las altas fachadas del viejo estadio para observarlas desde fuera, que un parque que podríamos disfrutar todos.
Esto es lo que parecen haber decidido conjuntamente los políticos y el Tribunal Superior de Justicia de Canarias, incapaces de llegar a un acuerdo lógico. Es curioso como de repente los políticos de la oposición se vuelven unos sentimentales y denuncian cualquier tipo de obra en el Estadio Insular por su gran valor social.
Dos gobiernos diferentes ha habido ya desde que el Insular se encuentra en esta situación de abandono. Ambos han creado su propio proyecto para la utilización del terreno, encontrándose siempre encontrándose siempre con pegas por parte del Colegio de Arquitectos, del Tribunal de Justicia y por supuesto de la oposición. Como siempre los afectados somos los ciudadanos que no podemos disfrutar ni del estadio ni del parque.
El actual estado del Estadio, no hace más que emborronar nuestros recuerdos de los grandes momentos que ha vivido el deporte canario en su interior. Respetaría más la memoria de la gente, crear un proyecto en el que se respetase el valor histórico del edificio, a la vez que se le pudiese dar un uso cívico al terreno. Para ello sería necesario tirar alguna de sus fachadas, sin duda, pero parte de ellas podría quedar en pie, incluso habilitar la grada curva para hacer conciertos, como pretende el nuevo plan del ayuntamiento, me parece positivo. De esta manera se respetaría la memoria de uno de los edificios más emblemáticos de Las Palmas y mejoraríamos la ciudad, creando un espacio abierto que la oxigenase.
Ya es hora de que los políticos se pongan de acuerdo para beneficiar a los ciudadanos a los que se deben. No necesitamos que dentro de 20 años, cuando ya nadie se acuerde del problema, se construyan cinco edificios en donde está el Estadio insular. El terreno y las instalaciones de son propiedad del cabildo, o sea públicos y todos deberíamos decidir que hacer con ellos. La ciudad necesita una zona verde y la queremos cuanto antes.
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